La frustración, decepción o desencanto es un sentimiento que se origina en una persona cuando no puede satisfacer un deseo o cumplir una meta.
En muchos casos, se reacciona con ira, ansiedad o desazón.
¿Cómo gestionar esta sensación, por demás inherente a la vida humana, sin llenarse de rabia, pesadumbre y duda sobre las propias capacidades?
La gestión del dolor, la frustración y desencanto
Todas las personas pasan por momentos de decepción y sufrimiento donde no alcanzan lo que quieren en el instante deseado.
Afortunadamente, estos períodos de frustración son transitorios y, por tanto, reversibles.
Con una gestión adecuada y la autoindagación, es posible que el individuo acepte el evento, tanto externo como interno, sin que llegue a afectar su autoimagen y su desempeño.
Sin embargo, este sentimiento no es fácil de superar. Es común haberlo sentido, pero en ocasiones los estragos que hace en la vida de las personas les impide volver a soñar o iniciar nuevos proyectos.
Esto les genera sensaciones de ineficacia personal, complejos o fracaso.
Especialistas como Daniel Goleman, autor del concepto de “inteligencia emocional”, indican que la habilidad de manejar la decepción y fracaso es una de las más importantes para alcanzar el éxito, más allá de cualquier talento especial.
Buscar en el interior
La primera recomendación que hacemos para gestionar este sentimiento de dolor y desencanto es ver lo que sucede por dentro y ser autoempáticos con ello.
Esto ayuda a entender lo que se necesita, las reacciones que aparecen y las respuestas que se dan.
¿Qué es la autoempatía?
Es escuchar y poner atención en los sentimientos que nacen de cada situación. También identificar qué los produce y “hablarnos” con comprensión y amabilidad para animarnos a seguir adelante, ya sea reenfocando la cuestión o eligiendo otra.

¿Por qué no solemos ser empáticos con nosotros mismos?
Porque a muchas personas les gana la impotencia y “deciden” inconscientemente sentirse como víctimas.
La realidad es que sí se vuelven víctimas de los pensamientos negativos y de la baja autoestima. Así como del discurso interno tóxico que minimiza, de generar un futuro mental que no existe, de buscar culpables y de eludir la responsabilidad.
Consejos para transformar la frustración
Lo básico en este cambio de actitud es reconocer los tropiezos.
Sentirse desilusionado en ocasiones no convierte a la persona en un ser débil. Reconocer las emociones, como se mencionó antes, y entender qué las origina es el paso fundamental para esta trasformación.
Aceptar la realidad y la frustración
Al aceptar la realidad, se está en posibilidad de cambiarla.
Al aceptar que no todo se puede conseguir, se abre el camino para buscar y encontrar otras formas de ser feliz. En esto consiste el aprendizaje.
Aceptar que al luchar por algo no es seguro que se consiga, hace que se reconozca que lo más valioso es lo aprendido en el trayecto.
Desarrollar la empatía para transformar la frustración
Existe una técnica muy útil que consiste en que cada vez que se tenga un pensamiento negativo se debe escribir para analizarlo.
La técnica comprende cuatro pasos:
- Qué se dice uno mismo.
- Identificar los sentimientos que se generan.
- Precisar por qué se necesita decirlo.
- Definir qué sensación corporal produce este diálogo interno.

Responder estas preguntas da mayor claridad a lo que se está pensando y el por qué. De ahí se puede partir para dar una solución real y alcanzable.
Además, responderse estas preguntas hace que no se sobrestime lo que se siente al no conseguir lo que se desea.
Es normal sentirse mal y saber que es pasajero.
No dudar del potencial propio
Reconocer las capacidades, utilizar los talentos y confiar en lo que se es capaz es un gran cimiento que evita tambalear la autoestima.
Identificar las habilidades que se tiene y cultivarlas puede hacer que las tempestades “doblen al árbol, pero no lo rompan”.
Nada es personal
En las relaciones laborales, esta es una máxima. “Nada es personal”; salvo en casos excepcionales.
Nadie quiere que la vida de otra persona sea una tragedia. La mayoría de las veces son errores, distracciones u olvidos que pueden tener un alto impacto en el negocio.
Pero no son específicamente contra el individuo.
Reconocer también las limitaciones
Para que una persona pueda caminar debe ejercitar ambas piernas. Lo mismo ocurre con las cualidades y las limitaciones: es primordial que se reconozcan ambas. No significa que, al conocer las limitaciones, la persona se vuelva conformista.
Por contra, al ser consiente de ellas, se utilizará mejor el potencial que se tiene y los tropiezos serán menos graves.
Practicar la meditación
A pesar de la idea generalizada de que la meditación es para los monjes, la realidad es que las personas más exitosas del mundo reservan un tiempo diario para meditar.
Además de relajar el cuerpo y la mente, se puede ingresar a un estado de autoconciencia que favorece el control de las emociones.
Las personas que meditan, desarrollan el hábito de vivir en el presente. El pasado ya pasó y deja de ser una fuente de zozobra o culpabilidad, mientras que el futuro no los afecta con su parte de incertidumbre.
Resistir la decepción a través de la resiliencia
La resiliencia es la capacidad humana de asumir situaciones límite con flexibilidad y sobreponerse a ellas.

Los psicólogos añaden la habilidad de afrontar, la frustración, las crisis o situaciones potencialmente traumáticas y salir fortalecido de ellas.
¿Qué caracteriza a los individuos resilientes? Estas son algunas de sus características:
- Son conscientes de sus limitaciones y potencialidades, tal como indicamos antes.
- Son creativos. La mayoría de las veces, buscan transformar el fracaso en un aprendizaje y “lo roto en una obra de arte”.
- Confían en sus capacidades, pero saben pedir ayuda cuando es necesario.
- Generalmente, son optimistas y objetivos. Confían en que por muy obscuro que se presente el día, el siguiente puede ser mejor.
- Se rodean de personas con actitudes positivas y crean una red de apoyo que los sostiene en los momentos más duros.
- Buscan controlar sus emociones, no las situaciones; así se minimiza la culpabilidad e inseguridad.
La frustración es un sentimiento temporal que puede transformarse, con la actitud adecuada, en sensaciones más sanas que potencialicen el desarrollo emocional, intelectual y humano de cada persona.
Aprender a hacerlo no es un secreto, basta voluntad y determinación.




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