creencias

Las creencias son informaciones que tenemos integradas en nuestra mente  y que a pesar de ser, en ocasiones, negativas o perjudiciales para nuestro bienestar, asumimos sin ser conscientes de ellas, como reales e irremplazables.

Con ellas la mayoría de personas construyen su vida y planean su futuro.

Pero no todas ayudan al crecimiento personal y profesional.

A continuación, te explico por qué.

¿Qué son y cuál es el origen de las creencias limitantes?

Podría decir que muchas de estas convicciones que el cerebro considera como verdades absolutas son “inofensivas”: las vacaciones son divertidas, el brócoli es saludable o hay que estudiar para tener éxito.

Sin embargo, existen otras que definitivamente pueden ser perjudiciales para la persona que las cree. Son una percepción de la realidad que le impide crecer o que limita sus vivencias.

Aquí, quiero enfatizar que las ideas siempre tienen un carácter binario, es decir, se suele creer que algo es bueno o malo, según la convicción de la persona.

Un ejemplo claro es el dinero; para algunas personas la afirmación «el dinero da la felicidad» es totalmente cierta, mientras que para otras «el dinero es malo» es una realidad.
La misma condición puede tener un matiz totalmente opuesto.

Afirmaciones, entorno y vivencias

Las creencias limitantes impiden que la gente se desarrolle o alcance las metas que desea. A pesar de que no sean ciertas, el cerebro las considera verdaderas y las da por buenas.

Muchas de estas ideas se adquieren en la infancia temprana, cuando los niños son totalmente impresionables por no tener aún un contexto de referencia.

Se van formando con afirmaciones de familiares, con el entorno o con vivencias determinadas.

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Un ejemplo muy ilustrativo es el que podemos encontrar en el cuento del elefante de Jorge Bucay: a muchas personas les sorprende que un animal de más de 6 000 kilos de peso se mantenga preso por medio de una simple y delgada cadena.

Lo más triste es que el elefante ni siquiera intenta romper la sujeción que sería muy fácil debido a su fuerza y tamaño.

¿Por qué?

Porque de muy pequeño lo ataron a una estaca y a pesar de tirar y tirar no pudo romper su esclavitud en ese momento.

Ahora es un adulto capaz de liberarse fácilmente, pero ya no lo intenta, se siente incapaz de hacerlo, cree que no puede y se resigna a su cautiverio.

 

Así de fuertes se vuelven las convicciones.

En ocasiones, el mecanismo es más sutil.

Tal vez antes de los siete años un niño escucha de alguien cercano que no es bueno para algo, que nunca logrará tal cosa o incluso que nunca podrá llegar a tener éxito en la vida, debido a su comportamiento en una ocasión determinada.

Esa afirmación queda grabada profundamente y en situaciones parecidas llega como un recuerdo o más frecuentemente como un convencimiento que delinea la conducta y sentimientos de la persona.

A pesar de que las condiciones ya cambiaron y ya es un adulto con mejores habilidades y recursos, la idea afianzada en el cerebro le impide actuar, desarrollarse o ser feliz.

 

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¿Cómo se instauran los límites o miedos en la personalidad?

Muchas de las convicciones, certezas o convencimientos sobre la vida están arraigados en el subconsciente por lo que son muy difíciles de modificar.

Estos “programas” han formado redes neuronales en el cerebro que se van consolidando cada vez que aparece una idea limitante y se confirma («no soy bueno en matemáticas» es una aseveración escuchada y confirmada frecuentemente desde la primaria).

El consciente forma el 5 % de nuestros pensamientos y procesa la información alrededor de 40 bits/segundo en ondas beta.
Mientras que el subconsciente e inconsciente componen el 95 % restante con una velocidad de procesamiento de 20 000 000 bits/segundo con ondas alfa, theta y delta.

La diferencia es impresionante y notable, y significa que para lo que se piensa conscientemente, el subconsciente ya lo “repensó” miles de veces.

Por tal motivo, tiene tanta influencia en la conducta de las personas.

Los límites y miedos se encuentran aquí.

Quiero destacar que el cerebro de los niños/as trabaja con ondas delta mayoritariamente hasta los tres años, por eso, aprenden tan rápido y forman tantas convicciones a esa edad.

Identificar para eliminar o transformar

El hecho de que estos convencimientos se encuentren a nivel subconsciente los hace muy difíciles de reprogramar, pero afirmo categóricamente, por mi experiencia, que sí se puede.

Sin importar cómo se originaron, lo primero que debe hacerse es identificar las creencias, realizar cambios en la rutina y en el diálogo interno, efectuar ajustes en la autoimagen y en cómo se ve el mundo.

1. Identificar las causas. Si las personas cercanas fueron muy exigentes o rígidas, por su mismo entorno cultural, poner un poco de distancia puede ayudar a reconocer mejor lo que se debe trabajar en relaciones afectivas.

Lo mismo se aplica en la pareja, para después estar en posibilidad de establecer vínculos más saludables.

2. Salir de la zona de confort. Tal vez sea lo más difícil, pero es fundamental para cambiar nuestra visión del mundo.

Se trata de añadir nuevas experiencias, realizarlas a pesar de sentir miedos y abrirse caminos en territorios desconocidos.

3. Trabajar a nivel mental con los pensamientos. Aceptar sin juzgar, escoger que nos decimos y sobre lo que pensamos, a través de técnicas como la meditación, por ejemplo.

Creer más en nosotros mismos, en las capacidades y habilidades propias. El confiar y agradecer, comúnmente generan un estado de bienestar que favorecerá mayor equilibrio y paz.

4. Actividades de apoyo. Practicar yoga y hacer ejercicio son dos formas de fomentar la autoconfianza, trabajar la presencia y mejorar el estado emocional.

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La terapia, una ayuda profesional

Sin embargo, la manera más sencilla y veloz de acometer este trabajo es contando con la ayuda de un profesional.

El o la terapeuta, te acompañará para llevar la mirada hacia dentro.

Revisando tus propias tendencias negativas, obstáculos o boicot que te impiden llevar una vida serena y agradable.

Una vida que te posibilite seguir avanzando en el despliegue de tus potencialidades.

Cuando la persona asume la existencia de una realidad mayor, observando el bagaje de su historia, los patrones que viene arrastrando inconscientemente desde el pasado, los mecanismos de defensa más utilizados,  la aceptación de sus sombras más dañinas, puede hacerse responsable de sí misma.

Será entonces el momento de limpiar y transformar las creencias que se generaron a través de experiencias que grabaron una impronta de sufrimiento, reconstruyendo una nueva forma de percibir, ya con herramientas, el mismo asunto.

Modificar las creencias limitantes permite eliminar poco a poco las inseguridades, miedos y límites que solo existen en la mente de cada persona, pero que condicionan totalmente su calidad de vida.
 
Todos podemos asumir uno de los retos más bonitos que nos ofrece la vida, desarrollar el autoconocimiento, logrando una nueva visión del mundo que nos permita vivir desde el amor y la confianza.

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