No es un secreto que la meditación tiene una repercusión directa y beneficiosa en la salud y el bienestar del cuerpo y la mente.

Es un hecho conocido desde las antiguas tradiciones, por ejemplo, de los hindúes y los vedas.

No obstante, ahora la ciencia lo respalda con estudios científicos detallados sobre los aspectos fisiológicos y neuronales implicados en la práctica de la meditación.

Meditación y respiración

Cada vez es más popular llegar a la meditación a través de alguna práctica como el yoga o el mindfulness.

Todas tienen en común que se inician con una respiración pausada y profunda.

¿Por qué?

Pues porque, de esta forma, se centra la atención total en el proceso de inhalar y exhalar y se activa la presencia, el estar en el aquí y el ahora.

La técnica consiste en hacer más lentos los movimientos respiratorios y llevar el aire a la zona más profunda de los pulmones.

A esto se le llama respiración consciente o controlada.

Esta respiración se emplea con la finalidad de mejorar el metabolismo y la oxigenación celular, para crear estados de relajación, de serenidad y reducir los niveles de estrés como consecuencia de la relación entre el cuerpo y la mente.

 

 

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¿Existe una relación entre respiración y mente?

A pesar de ser sorprendente, es totalmente cierto. Estudios documentados y publicados demuestran que la respiración influye directamente en la actividad del cerebro.

Esto es claramente visible cuando una persona se encuentra en un estado de estrés o ansiedad máximo.

En estos casos, su velocidad de respiración también es alta, superficial y corta, lo que significa que el estado emocional afecta a la respiración.

No obstante, lo importante en nuestros días es que la ciencia ha comprobado que lo mismo sucede en sentido inverso. Es decir, si una persona respira conscientemente afectará de manera positiva en su estado emocional.

6 beneficios de la respiración consciente y la meditación

Con base a estos resultados, practicar un mayor control sobre las inspiraciones y exhalaciones (volverse más consciente de cómo se está respirando) puede acarrear muchos beneficios en la salud física y mental.

Regula el cortisol

Cada exhalación que se hace, disminuye la frecuencia cardíaca y “enciende” el sistema de calma (rama parasimpática).

Esto desactiva el sistema que libera las hormonas del estrés, como el cortisol.

Si, durante el día, la persona se concentra en alargar la fase de expiración, se controla la generación de cortisol.

Esta es la forma más poderosa de reducir el estrés y la ansiedad.

Ayuda a la digestión

El organismo sigue funcionando como hace miles de años. Cuando se siente amenazado, toda la sangre del intestino se envía a las extremidades para preparar la huida.

Sin embargo, en nuestros días, lo que provoca esta reacción es que se interrumpa el proceso digestivo.

Para que el organismo efectúe las actividades fisiológicas involuntarias, como la digestión, absorción y eliminación de forma eficaz, nuestra mente y nuestro cuerpo han de estar en un estado de actividad pero en calma.

Cuando se presentan condiciones anormales, de nervios, estrés o ansiedad podemos padecer hinchazón, estreñimiento, gases o diarrea.

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La respiración consciente al actuar sobre el sistema parasimpático del sistema nervioso autónomo, permite mantener un correcto proceso digestivo e incluso nos mantiene en nuestro peso ideal, por la efectividad en el metabolismo de la grasa en los tejidos que están correctamente oxigenados.

Adicional a esto, el flujo constante y potente de oxígeno a las células elimina las toxinas y permite su correcta regeneración.

Controla la presión sanguínea

El principio es el mismo, el estrés puede causar hipertensión y una manera de evitar este desequilibrio es la respiración voluntaria y controlada.

De esa forma, el cuerpo utiliza la vía del sistema nervioso capaz de reducir la frecuencia cardíaca y disminuir la secreción de hormonas que generan el estado de estrés.

Relajación muscular

La disminución de la frecuencia cardíaca al respirar de forma pausada y completa, ralentiza los latidos y relaja la musculatura.

Por otro lado, los pulmones tendrán más aire y de mejor calidad. El oxígeno se transmitirá mejor a todos los órganos y los músculos tendrán más energía.

Control emocional

Controlar el ritmo y la profundidad de la respiración, durante la práctica de la meditación de manera consciente, favorece que la mente se enfoque en el propio cuerpo, sin distraerse del presente y con sosiego.

Esta condición permite regular los estados anímicos y observar en lugar de reaccionar.

Expansión de conciencia a través de la meditación

Aunque parezca magia, la respiración consciente y la meditación pueden favorecer y activar nuestra capacidad de intuición, permitiéndonos hacer mejores elecciones, mejorar el rendimiento e incrementar nuestro bienestar.

Una rutina de respiración controlada nos ayuda a sentirnos más concentrados y nos permite tener un mayor control de la emoción en las decisiones diarias, en las acciones cotidianas y en sus consecuencias.

Terapia transpersonal reconectiva

La respiración consciente y la meditación se utilizan como valiosas prácticas dentro de la psicología transpersonal, por sus múltiples beneficios físicos y psíquicos a nivel terapéutico y de autosuperación.

Esta práctica, cuando es guiada efectivamente, facilita una mayor claridad mental y permite la liberación de hábitos y creencias perjudiciales para construir otros más sanos y beneficiosos.

Así, al respirar controladamente afloran experiencias pasadas reprimidas y dolorosas que se pueden trabajar para extraer una valiosa lección o para alcanzar una purificación emocional y espiritual.

Esta terapia de introspección proporciona un sentimiento gratificante de satisfacción propia y agradecimiento con la vida, elevando la autoestima, el amor universal y el bienestar propio.

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Crecimiento personal y espiritual con la meditación

Para las personas que se encuentran en un proceso de transformación y crecimiento personal la respiración controlada y la meditación son muy útiles para fortalecer la atención, la memoria y principalmente el control y aceptación sin juicios de sus emociones.

Ya quedó claro que la respiración depende de las emociones y cada emoción se manifiesta respirando de una manera distinta.

Cuando se aprende a controlar voluntariamente las inhalaciones y exhalaciones se está trabajando en la salud emocional y en la autoconciencia.

La respiración también está unida a los sentimientos. A través de la respiración profunda es posible desbloquear el flujo de emociones y sentimientos para atravesar una situación o experiencia que puede causar parálisis inconscientemente.

Es una técnica de sanación, que permite conectarse con el presente, con el famoso “aquí y ahora” de manera relajada.

Permite disminuir tensiones y reconectarse con la propia esencia, siendo conscientes del cuerpo y la mente, para, finalmente, vivir en equilibrio, armonía y crecimiento.

La meditación es un puente que conecta la mente con la consciencia y con el cuerpo. La respiración controlada es su pilar.

Cambiando la manera de respirar, podemos transformar nuestra realidad.

 

La terapia transpersonal reconectiva, también llamada psicología del despertar, es un modelo de psicoterapia que une la psicología individual e interpersonal con el despertar del cuerpo y de la conciencia. A continuación, explicaré detalle todo lo relacionado a ella.

Terapia transpersonal, vivencia que transforma la emoción

La palabra transpersonal significa “más allá de la persona”, por lo que la terapia es el acompañamiento a lo más profundo del Ser en procesos de cambios o de crisis personales, familiares, de trabajo, en estados de estrés, ansiedad o duelo.

Es un tratamiento transformador, de elevado trabajo psicoespiritual, donde se pretende aplicar la sabiduría interna a la vida cotidiana, alineando todos los planos de la existencia: físico, emocional, mental y de la conciencia, energético y espiritual.

Este despertar ayuda a que la persona se conozca, comprenda y actúe desde los lugares más profundos de su Ser. Logra acceder a estados de paz y realización que nunca antes había experimentado.

Cada persona tiene una tendencia hacia su propia evolución y la terapia dota de los conocimientos teóricos y prácticos para facilitar el proceso. El terapeuta ofrece un marco de trabajo que posibilita a las personas comprenderse mejor y, como consecuencia, vivir con bienestar.

Breve historia de la terapia transpersonal

Su práctica comenzó a ser reconocida desde 1960 como seguimiento a la psicología humanista.

La psicología en sus inicios se enfocó a los padecimientos neuronales o psicóticos graves. Esta situación originó que el desarrollo de la disciplina se orientara al aspecto patológico en los seres humanos.

Por el contrario, la corriente humanista comenzó a estudiar la psicología del bienestar y del desarrollo a partir de considerar los “valores del Ser” y de que las personas son seres admirables, valiosos y creativos.

Abraham Maslow y Anthony Sutich publicaron en 1969 “Viaje a la psicología transpersonal” y de ahí partieron muchos terapeutas para desarrollar sus propios conceptos.

En nuestros días, la psicología transpersonal reconectiva está configurada y fusionada con conocimientos orientales y técnicas provenientes del budismo zen y tibetano, del sufismo, el taoísmo y la vedanta.

¿Por qué es realmente efectiva?

Entiendo y he constatado con mi experiencia, que su efectividad reside en que el tratamiento permite conectar a la persona con su identidad esencial a través del amor y la unidad. Todo el procedimiento está diseñado para traspasar a la persona y llevarla más allá, hasta lo más profundo de su Ser.

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Este trabajo personal y emocional permite a la persona lograr una salud psicológica y mental idónea. Los conocimientos del terapeuta (acompañante) en psicología holística y transpersonal, ayudan a que las personas desarrollen habilidades emocionales especiales y únicas.

Fases del tratamiento

Como todo proceso curativo, el objetivo final es eliminar el sufrimiento de la vida de la persona que nos ha solicitado ayuda, pero en ese caso la meta final va más allá, es guiarla hasta un equilibrio interior mental, emocional y espiritual.

Trabajar el ego

Como agente activo en mi proceso, acompañado por el terapeuta, puedo mirar en mi interior e identificar mi emoción predominante, mis tendencias negativas y todos los patrones mentales (obstáculos o boicot) que me generan sufrimiento y me impiden tener una vida sana y feliz.

En esta etapa me doy cuenta de la importancia que tiene mi historia y los patrones que arrastro inconscientemente del pasado, los mecanismos de defensa utilizados y los aspectos más dañinos para luego trabajarlos y, desde esta crisis personal, empezar con mi crecimiento y transformación. Entonces, me puedo hacer responsable de mi mismo y dejar de culpar a los demás de mis problemas.

En este tratamiento se trabaja en la limpieza de los recuerdos dañinos, tan profundo como la persona desee, y se revisan las experiencias que grabaron dolor y sufrimiento. Esta vivencia se reconstruye con el apoyo de las técnicas particulares del terapeuta para cambiar la percepción de la misma.

Reprogramación y relativización

En cada experiencia terapéutica la persona va asumiendo su poder interno, empieza a crear nuevos patrones de conducta y pensamientos más saludables, al mismo tiempo que se va implantando la conciencia testigo.

Los problemas se vuelven más sencillos, se relativizan y se perciben como una oportunidad de crecimiento y transformación. Comienza a trabajar en un estado pleno de conciencia y es capaz de liberarse de trastornos que evitan su paz como la depresión, fobias, miedos, etc. Se inicia un camino de desarrollo y crecimiento personal.

Camino al Ser

Cuando la persona, dentro del proceso terapéutico, es consciente de sus limitaciones, de su origen y de su funcionamiento se ha alcanzado el nivel personal. Desarrollando la conciencia testigo pasamos al nivel transpersonal, siendo capaces de asumir todas las experiencicias.

Esta fase de la terapia se enfoca en la identidad del Ser, donde todo en el universo está unido. Se inicia un camino a lo sagrado, de la misma esencia humana a la energía universal.

 

Terapia transpersonal, terapia de vanguardia

Pienso que lo innovador de esta es que va acompañada con las nuevas teorías y avances tecnológicos como la teoría de la relatividad, la de cuerdas, la cuántica o el principio de incertidumbre de Heinsenberg. Todas se acoplan en la visión cuántica como creadores de realidad.

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La conciencia es la base de la psicología transpersonal, un vínculo entre el hombre y el universo. Entre más consciencia se tenga, mayor capacidad de elección, de libertad, de paz y amor.

Herramientas de sanación, cuerpo, mente y espíritu

Para trabajar todos los aspectos del ser humano se propone la práctica meditativa y la atención plena a través de distintos métodos y herramientas:

  • Psicoterapia. Conocer y comprender los procesos y traumas de alguna vivencia pasada abre la visión para su reconversión y sienta las bases de la sanación.
  • Relajación. Quitar la atención de la mente y ponerla en la respiración, en las sensaciones del cuerpo, los sonidos…, propicia un estado de paz, equilibrio y consciencia presente. Esto beneficia fisiológicamente, mentalmente y espiritualmente. El silencio y la vacuidad son vías directas al supraconsciente.
  • Trabajo con el perdón. Es la medicina para serenar el alma. Se requiere entender el trauma vivido con plena consciencia y reconciliarse con uno mismo y los demás. Como resultado, se sanan las heridas y se agradece lo vivido.

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Conozco otras técnicas y herramientas para la transformación del cuerpo, la mente y el espíritu. Todas están enfocadas a hacerle frente a las crisis más profundas desde la consciencia plena, transformándolas y reconociéndolas como una gran oportunidad de crecimiento y evolución a lo sagrado, que hay en cada uno de nosotros.

Quiero explicar qué hay detrás del miedo. Solo cuando tenemos claro a qué nos enfrentamos y cómo hacerlo, nuestro cuerpo y nuestra mente están preparados para superarse. Vamos a adentrarnos en esta emoción que todos compartimos, pero vivimos de diferentes maneras.

La vivencia cotidiana del miedo

El miedo es una emoción muy primaria. Sin embargo, la intensidad con la que cada uno la vivimos depende de múltiples factores. No todos nos sentimos igual ante una amenaza externa, depende de nuestra vivencia y de nuestra personalidad y recursos.

Ciertamente, el miedo se produce cuando consideramos que el mundo exterior nos amenaza, cuando nos vemos en peligro física o emocionalmente. En general, los miedos que nos paralizan son emocionales o psicológicos.

Detrás de ellos siempre hay un problema de autoaceptación. Tememos ver lo que somos, las enormes cualidades que tenemos y los sueños que podemos alcanzar. Y, por supuesto, nuestras carencias y limitaciones. A menudo las odiamos, pero no son nuestra esencia. Somos mucho más que cualquiera de esas características negativas.

Vivir con miedo

El miedo es la emoción más básica de la supervivencia, luego no siempre es malo, porque puede ayudarnos a sobrevivir. Sin embargo, también nos paraliza ante lo desconocido o sospechoso. Con él percibimos, pensamos, sentimos y actuamos de forma débil, oscura, limitada y empequeñecida. Peor que el miedo externo es el interno, el psicológico, porque procede de nosotros mismos. Es una forma de continuo autoengaño que hemos creado para sobrellevar las situaciones dolorosas de nuestra vida.

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¡No debemos dejarnos someter por el miedo interior! Seremos sus esclavos si lo permitimos. Al contrario, hemos de ser capaces de mirarlo directamente a los ojos, de afrontarlo y aprovecharlo para superarnos, no para limitarnos.

¿Cuál es la terapia? Mirar al miedo y enfrentamos a él, así lo debilitamos y le quitamos el control que tiene sobre nosotros. Es más, termina ayudándonos a conocernos, escucharnos y ser capaces de sobreponernos.

De qué se alimentan nuestros miedos

Nosotros mismos los engordamos al creer que no hay más posibilidad que el fracaso, el dolor o el rechazo. Nuestra mente, inconscientemente, nos aleja de la solución. Esta parálisis ante el miedo procede con frecuencia de la baja autoestima, del aislamiento, del dolor autogenerado y de las heridas acumuladas, sin sanar, durante la vida.

Para afrontar los miedos tres son los caminos habituales: enfrentarnos a él de forma agresiva, escapar para evitar el conflicto y disimular o adaptarse a una circunstancias alternativas a ese asunto temido.

Sin embargo, esta tres reacciones nos limitan. Existe otra opción muchísimo más positiva, que es la que presento a continuación.

Desde un enfoque amoroso

Ubicarnos y enraizarnos en un entorno amoroso, empezando por nuestro interior, nos permite ver más alternativas, encontrar una visión global y descubrir nuevos recursos propios para afrontar los hechos. Gracias a ello, tomamos conciencia y nos equilibramos, por lo que vivimos de manera más libre y consciente.

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En vez de centrarnos en los miedos, recomiendo enfocarnos a los retos que hay tras ellos. Así podremos alcanzar ese gran tesoro interior que todos tenemos dentro. Un grupo y un facilitador, que siempre están ahí para acompañarnos y abrazarnos cuando lo precisamos, conforman el contexto perfecto para crecer interiormente y avanzar en la dirección correcta.

Cómo combatir el miedo

El miedo es una emoción ingobernable. Surge, pero en cada individuo evoluciona y es vivido en función de cómo se ha hecho durante toda la vida. El sumatorio de decisiones, elecciones, expresiones, reacciones, silencios, aceptaciones y rechazos que hemos acumulado lo condiciona enormemente.

No debemos temer al miedo, sino dejarnos acompañar por él y aprovecharlo para mejorar como individuos. Hemos de ser conscientes de cómo nos relacionamos con él. Qué hacemos, decimos, expresamos y observamos en su presencia. Animo a liberarnos, a abandonar la esclavitud del miedo. Cuando sufrimos, es porque no somos libres.

Solo una transformación personal, impulsada con el respaldo de las personas indicadas y en un contexto de amor, nos permitirá acoger el miedo con afecto, cariño y positividad.

En realidad, la mayoría de los miedos son compartidos por todas las personas. En mayor o menor medida, la raza humana en general los padece. Como individuos, somos capaces de enfrentarnos a ese miedo creándole fronteras e impidiendo que cuente con una banda ancha para extenderse y afectarnos.

Principal frontera personal ante el miedo

Entre las actuaciones que debemos incorporar a nuestra vida para frenar el avance de esta emoción, la más importante es erradicar el miedo a vivir. Es fundamental vivir la existencia con la máxima atención, con pasión y entrega en cada paso que damos. Ganar autoconfianza es el camino inaplazable para convertir los obstáculos en retos que estimulan. Gracias a ellos, crecemos personalmente y nos hacemos mejores.

El sistema familiar en el que nacemos nos condiciona e influye, lo mismo que esos genes individuales que nos hacen únicos, imprescindibles y valiosos. Las vivencias personales que hemos experimentado durante la infancia y la adolescencia han quedado bañadas de inseguridad, desconocimiento, vergüenza, titubeos y otros aspectos negativos que han dejado poso en nuestra conciencia.

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Con el paso de la vida, esas experiencias y huellas pueden hacernos creer que no la hemos aprovechado. Ahí se apoya el miedo para debilitarnos. Pero solo necesitamos el amor, nuestro y de los demás, para erigirnos en auténticos protagonistas de nuestra liberación.

Porque vivir con miedo nos impide disfrutar del momento y ser nosotros mismos.

La realidad es única y debemos aceptarla: los retos nos forjan, nos hacer ser cómo somos. Los miedos que vencemos nos hacen ser mejores. Nadie avanza sin dudar, tropezar ni trastabillarse. Cuando caminamos con decisión, asumimos que nos exponemos y decidimos enfrentarnos a lo que nos llegue.

Es decir, vamos a vivir nuestra existencia plenamente. Caminar con decisión es amar el propio camino, la meta real de nuestra vida. Porque la felicidad es el camino, no la meta. Y los obstáculos y los miedos forman parte del mismo.

En conclusión, hemos de apostar por vivir desde el amor, no desde el miedo. Para ello, lo miraremos a la cara y nos libraremos de sus cadenas.

Ese miedo nos habla sobre cómo somos y, por tanto, nos permite mejorar y nos eleva. Porque el cuerpo de doctrina clave no es vivir sin miedo, sino impedir que este nos bloquee el viaje a nuestros sueños y proyectos.

La pandemia por la COVID-19 nos ha llevado a la mayoría de nosotros a tener un encuentro con nosotros mismos y con nuestro cuerpo. Las ocupaciones de la vida cotidiana suelen absorber todo nuestro tiempo; el trabajo, la familia, las tareas del hogar y todas las responsabilidades, ocupan el espacio que deberíamos tener para ver dentro de nosotros y enfrentarnos a nuestros miedos, rencores, obstáculos. Cuando tenemos dolor de cabeza, tomamos una pastilla; si sentimos cansancio, buscamos algún estimulante como el café, por ejemplo; para dormir, aceites esenciales.

Cuando el COVID-19 nos ha obligado a quedarnos en casa, muchos de nosotros hemos sentido una angustia profunda y una ansiedad que nunca habíamos experimentado. Cuando lo entendemos como una necesidad de parar, sabremos aprovechar la situación para empezar un proceso de introspección. El momento actual nos brinda una verdadera oportunidad para aprender a escuchar a nuestro cuerpo; el vehículo que nos brinda la vida.

Al poner atención a nuestro propio ser podremos descubrir que la plenitud se trabaja. Hoy me gustaría compartir los beneficios de la introspección y el cómo identificar las señales que nuestro cuerpo nos envía.

Todos los días y a todas horas nuestro ser envía señales para que lo escuchemos; pocos de nosotros ponemos atención al lenguaje de la naturaleza y de nuestro interior. El universo, basto en sabiduría, nos dotó de herramientas que nos hacen la vida más fácil y, sin embargo, no las utilizamos.

Nuestro ser, en el plano físico utiliza la enfermedad como medio para comunicarnos sobre emociones que no hemos podido sanar. Toda dolencia tiene un significado emocional y es posible sanar y mejorar la sintomatología, si logramos realizar un trabajo interior de escucha, aceptación, respeto y amor por nosotros mismos, enfocando nuestra energía desde el interior.

Las enfermedades del cuerpo como señal de una emoción oculta

El organismo es lo que tenemos para experimentar la vida y aprender en el plano físico lecciones que nos ayuden a vivir en paz con nosotros mismos disfrutando de la plenitud. De ahí que quiera compartir mi experiencia y lo que he aprendido sobre las emociones y lo que algunos de los síntomas más comunes representan.

Escuchar el cuerpo cuando nos falta energía

Seguramente, durante el confinamiento hayamos sentido cansancio, una sensación de fatiga física y mental que nos cuesta justificar.
El significado desde el punto de vista emocional podría ser el siguiente:

– Nuestras energías están dispersas.

– Nos invaden sin control los miedos, inseguridades e inquietudes.

– No tenemos metas concretas ni conocemos nuestro valor.

– Tenemos la sensación de no merecer las buenas cosas de la vida.

– Pensamos mucho y nos cuesta tomar acción.

Para poder entender y transformar este agotamiento necesitamos hacer introspección y cambiar nuestros paradigmas y creencias. Sería adecuado crear un nuevo modelo mental y repetirnos a modo de afirmación «Me estimula la vida. Estoy lleno de energía y entusiasmo».

¿Qué nos indican las erupciones en la piel?

Las erupciones en la piel son muy comunes cuando sentimos ansiedad y estrés. Nuestro ser esencial nos comunica algo a través de nuestros órganos, la punta del iceberg es lo que vemos y sentimos, pero hay algo más, sobre lo que podemos indagar.

Nuestra piel nos podría estar mostrando:

– El miedo y la angustia.

– La sensación de sentirnos amenazados por algo externo.

– El sentirnos atacados y sin protección.

– El no tener sentido de pertenencia.

– Vivir un conflicto con los límites.

– El no procurarnos el suficiente amor, hacía nosotros mismos.

– El hecho de no aceptarnos tal como somos, pensando de forma negativa exigiéndonos demasiado.

Si durante el confinamiento o antes de él hemos tenido problemas dérmicos, te invito a que encuentres momentos de tranquilidad en los que puedas realizar un trabajo consciente de búsqueda interior. Creando una situación de autoconocimiento que te va a ayudar a gestionar tu vida de otra forma más beneficiosa para ti, y, en consecuencia, para los que te rodean.

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El vértigo y su significado emocional

El vértigo suele estar asociado a problemas con el oído medio y los senos paranasales; cuando esto nos sucede nuestro cuerpo comunica que tenemos situaciones sin resolver, veamos si te identificas con alguna de estas emociones:

– Nos sentimos al borde del precipicio y con miedo al futuro.

– Lo que vemos a nuestro alrededor no nos agrada, tenemos miedo.

– Nuestros pensamientos son dispersos.

– Sentimos que podemos perder lo que tenemos.

– No queremos avanzar ni asumir lo nuevo que la vida nos ofrece por miedo al futuro.

– El juicio de los demás pesa sobre nuestros hombros.

¿Qué tal la introspección? Para sanar el vértigo, es interesante que practiquemos un nuevo paradigma de pensamiento «Me siento centrado y en paz conmigo mismo, la vida es maravillosa en esencia».

Síndrome de ansiedad

Es un término muy utilizado en la actualidad. La ansiedad puede provocar sensación de taquicardia, dolores musculares, nerviosismo, sudoración náuseas, irritabilidad, entre otros síntomas. El organismo refleja un sinfín de emociones como:

– Sensación de limitaciones.

– Emociones que ahogan.

– Temor intenso sin motivo aparente.

– Preocupaciones constantes.

– Vivir en el pasado o en el futuro.

– Imaginar cosas que probablemente nuca pasarán.

– Ver señales que indican que algo malo va a suceder.

– No confiar en la capacidad que se tiene de enfrentar la vida.

– Desconfiar de la bondad del universo.

Si se tiene la sensación de pasar por un momento de ansiedad, siempre recomiendo en confiar en la capacidad de controlar la mente, centrarse en el aquí y en el ahora, además de visualizar el espacio. Un ejercicio recomendable es que tumbarse al suelo, solo eso. Recostarse en el suelo en posición fetal durante un minuto; el cambio de posición nos ayuda a gestionar los episodios de ansiedad. Ahora bien, según la gravedad, también es recomendable consultar con un profesional.

Nuestro organismo nos pide ser nosotros mismos, no utilizar máscaras, vivir el aquí y el ahora.

El nuevo modelo de pensamiento debería ser: «Me amo tal como soy, tomo decisiones con amor y el futuro me favorece».

Sin duda es el momento de escuchar a nuestro cuerpo, el confinamiento y la pandemia por la COVID-19 nos da la oportunidad de hacer introspección y sanar las heridas emocionales. Merecemos una vida llena de júbilo y abundancia. Siempre invito a poner atención a cada una de las enfermedades y dolencias que se tienen, enfrentar las emociones, disfrutar y vivir la vida sin anestesia. La única forma de lograr la felicidad es conociéndonos a nosotros mismos.

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Puedo asegurar que el confinamiento y todo lo que estamos viviendo puede traer cosas positivas a nuestra vida. No debemos dejar de creer en nosotros mismos, fijarnos en cada emoción que tengamos y cuidar de nuestro cuerpo.
Así, estoy segura de que podemos lograr ser felices y vivir en plenitud.